ESTA SEMANA TE RECOMENDAMOS TENER A MANO...
UNA PUERTA
El conocido cuadro de Magritte se titula La respuesta inesperada. En principio,
no deja de tener su punto divertido: lo esperable sería que quien ha traspasado su umbral lo hubiera hecho abriendo, sin más, la puerta. Lo normal, vaya. Uno
se encuentra una puerta y trata de abrirla. En principio, pues, lo inesperado
es el hecho de atravesarla sin abrirla, rompiendo la hoja para pasar de un sitio a otro.
La cosa se complica cuando paramos cuenta en algo:
quien la ha atravesado… ¿lo ha hecho de fuera a dentro? ¿O ha sido de
dentro hacia fuera? Pueden suponerse ambas cosas. Pero es interesante elegir la
segunda: nuestro desconocido personaje ha tratado de salir, pasar de dentro a
fuera.
El agujero de la puerta permite intuir el misterio
de una habitación a oscuras. El mismo agujero, visto desde esta perspectiva, se
llena de dramatismo. Gracia ya, ninguna. Intuimos la desesperación de alguien
por…salir de ese habitáculo tenebroso. Tan agobiado estaba, tan desesperado,
que no ha sabido encontrar la manija que hubiera podido abrirle la puerta.
Acaso ni siquiera había manija…por mucho que desde fuera la veamos…
Se trataba de salir, salir, salir… ¿adónde? Salir a
la luz. ¿No es ésa la máxima aspiración del ser humano, el salir de las
tinieblas de la inconsciencia a la luz? Goethe lo expresó de manera memorable:
“Yo me confieso del linaje de esos / que de lo oscuro hacia lo claro aspiran”.
Ahora bien, el noble optimismo de Goethe se ha
matizado a la altura del siglo XX. Magritte, saca a la luz a nuestro
desconocido personaje…pero a la luz…de otra habitación. Goethe aspiraba a salir
a la luz de la Naturaleza, del universo. Magritte saca a su personaje a la luz
de otra humilde habitación… ¿No es eso también inesperado? ¿No es una respuesta
inesperada? ¿No quedará también a oscuras esta nueva habitación y deberá buscar
nuestro invisible personaje una nueva puerta por donde…salir? ¿Hallará la
manija? ¿O le volverá a suceder lo mismo? ¿Acaso retrocederá y volverá al
territorio desconocido y oscuro de la primera habitación, como un animal
acosado y cobarde?
¡Ah! Entonces comprendemos…No era desconocido el
personaje que ha destrozado la puerta. No era invisible, no. El protagonista
del cuadro soy yo, que lo observo. El que contempla desde la frágil luz de la
segunda habitación el cuarto dejado atrás. ¡Esto sí que es inesperado! Y
resulta que la segunda habitación…no es otra que mi mente. Mi pobre mente
esforzándose por salir de las tinieblas.
SÍ, SÍ UNA PUERTA ES UNA AVENTURA DEL CONOCIMIENTO. ESO LO SABEN LOS POETAS. MIRAD LO QUE DICE ELVIRA SASTRE EN AQUELLA ORILLA NUESTRA (2018)
"Sé que no es tan difícil. Cuando uno busca algo, lo
que importa no es dónde está, lo importante es verlo. Para darse cuenta hay que
entrecerrar los ojos y mirar al sol unos cuantos segundos. Después, alcanzarlo
no es más que el proceso, un paseo hasta la puerta. Pero presta atención: lo
que importa es la puerta, siempre. Quédate con eso.
No te conformes con las ventanas. Siempre hay que ir
a por la puerta.
Uno tiene que buscar siempre lo que le late a la
izquierda a través de las manos, y si se equivoca y el latido le tropieza y las
manos se congelan y de pronto se descubre diciéndose “ no “ más de una y más de
dos veces, y entonces, sólo entonces, descubre una ventana, no pasa nada. No
sería desaconsejable, incluso, creerla puerta durante unos instantes e intentar
cruzarla. No pasa nada, insisto, si no funciona: asómate, disfruta de las
vistas, recupera el aliento, deja que el aire azote tus manos y sigue buscando
tu puerta. Es la única manera de avanzar y de encontrarse."
¿MIRAREMOS LAS PUERTAS DE OTRO MODO, A PARTIR DE AHORA?
No hay comentarios:
Publicar un comentario