viernes, 29 de octubre de 2010
Primer texto del grupo de lectura!!
Graffiti de Julio Cortázar
Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta de que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, ningún carro celular en las esquinas próximas, acercarse con indiferencia y nunca mirar los graffiti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.Tu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término graffiti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de qué lado estaba verdaderamente el miedo; quizás por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.
Nunca habías corrido peligro porque sabías elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.
Cuando el otro apareció al lado del tuyo casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien por si fuera poco era una mujer. vos mismo no podías probártelo, había algo diferente y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo , una predilección por las tizas cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas. Empezó un tiempo diferente, más sigiloso, más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podías recorrer en un solo rápido itinerario; volviste al alba, al anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garaje, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las patrullas ralearonen su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.
Casi enseguida se te ocurrió que ella buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el mercado te atreviste a acercarte al garaje, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el café de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta del garaje y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.
Mucho después (era horrible temblar así, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella así en ese dibujo truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo bastante para comprender que había querido responder a tu triángulo con otra figura, un círculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo como un sí o un siempre o un ahora.
Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría más que a morderte las manos, a pisotear las tizas de colores antes de perderte en la borrachera y el llanto.
Sí, pero los días pasaban y ya no sabías vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste al placer de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garaje. No había patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó canturreando, quiso patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías dormido en mucho tiempo.
Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaba a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste el otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.
miércoles, 27 de octubre de 2010
Un poco de historia de Sylvia Plath
Nuestro calendario dedica el comienzo de noviembre a los muertos. La muerte nos acompaña de muchas maneras, nos hace llorar ante la pérdida de un ser querido, o su sola sospecha nos hace apreciar con más intensidad la vida.
Innumerables poetas han intentando con sus versos ahondar en lo insondable, tratando de cifrar qué o quiénes habitan esta parte velada de nuestra existencia; en cambio, Sylvia Plath en este poema parece querer renunciar a la imaginación para quedarse con lo que ve: el esqueleto como realidad en el espacio de la muerte, que es el cuarto desocupado.
El cementerio de Heptonstall, en Inglaterra, es en realidad el que contempla y describe la autora. Sylvia Plath fue enterrada en este cementerio cuando acabó con su vida el mes de noviembre de 1963.
Graciela de Torres Olson
IES José Mor de Fuentes
Recomendamos escuchar la lectura que la propia Plath hace de este poema:
Búsqueda: “Sylvia Plath reads November Graveyard”
Dirección: http://www.youtube.com/watch?v=ateR0furgUU&feature=related
Texto original:
NOVEMBER GRAVEYARD
The scene stands stubborn: skinflint trees
Hoard last year's leaves, won't mourn, wear sackcloth, or turn
To elegiac dryads, and dour grass
Guards the hard-hearted emerald of its grassiness
However the grandiloquent mind may scorn
Such poverty. No dead men's cries
Flower forget-me-nots between the stones
Paving this grave ground. Here's honest rot
To unpick the heart, pare bone
Free of the fictive vein. When one stark skeleton
Bulks real, all saint's tongues fall quiet:
Flies watch no resurrections in the sun.
At the essential landscape stare, stare
Till your eyes foist a vision dazzling on the wind:
Whatever lost ghosts flare
Damned, howling in their shrouds across the moor
Rave on the leash of the starving mind
Which peoples the bare room, the blank, untenanted air.
martes, 26 de octubre de 2010
Segunda entrega de poesía para llevar!
CEMENTERIO EN NOVIEMBRE
Sylvia Plath (Estados Unidos, 1932-1963)
La obstinada escena persiste: los árboles avarientos atesoran
las hojas del año que se va, reacios a llorar su muerte, a vestir el sayal[1]
guarda para sí la dura esmeralda de su esencia,
por mucho que la pomposa mente desprecie
tal pobreza. Los gritos de los muertos
No florecen nomeolvides entre las losas
que pavimentan este camposanto. Aquí es la honesta podredumbre
la que descose el corazón, monda el hueso hasta liberarlo
de la vena ficticia. Cuando un escueto esqueleto
viene a sumarse a lo real, todas las lenguas de los santos se deshacen
en silencio: las moscas no ven resucitar a nadie bajo el sol.
Observa, pues, observa bien este paisaje esencial
hasta que tus ojos urdan una visión deslumbrante en el viento:
sea cual sea la pérdida que destellan los condenados
espectros, aullando en sus sudarios por el páramo,
que puebla el cuarto desnudo, el aire vacío, desocupado.
(1956)
Primera entrega de poesía para llevar!!
2010/2011 N.º1
José Antonio Labordeta (Zaragoza, 1935-2010)
Porque ya nunca haremos la revolución soñada
olvidaros de mí,
mis queridos e ingenuos muchachitos de otrora
en aulas marchitantes, marchitados
de títulos ad hoc por el futuro.
Soñamos largamente
en que era posible la utopía,
el viento venturoso
que traería otra faz sobre la tierra.
Pero el sueño termina
Amargamente hoy
en este largo día en que los insolidarios
han decidido continuar el juego.
Ante tanta nefasta mansedumbre
con porvenir resuelto os ruego
que me dejéis quedarme quieto
aquí, en mi ciudad podrida,
con las manos sujetas a mis manos
y mi gesto de lírico cachondo y cuarentón
para ver cómo el sol
se desvanece igual que los recuerdos,
la vida y la esperanza.
Y hoy por hoy
sigo pasando lista
para anotar ausencias
en el parte de falsas ciudadano.
(Método de lectura, 1980)
Qué pena leer ahora este poema del año ochenta que Labordeta escribía para sus alumnos del instituto en tono de despedida.
Acaba de morir hace unos días, pero en aquellos momentos ya veía ponerse la vida y la esperanza al reconocer amargamente, que es como morir un poco, que no eran posibles la utopía ni la revolución soñada que habían de traer otra faz sobre la tierra, y ya entonces se lamentaba de la nefasta mansedumbre en la que seguimos viviendo treinta años después, pasivos ante un más que improbable porvenir resuelto especialmente para los jóvenes, a los que se dirige en el poema.
Ahora que por fin está quieto aquí en mi (su) ciudad podrida, con las manos sujetas a mis (sus) manos, que sepa que muchos le agradeceremos siempre su poesía brusca, sus canciones dolientes y que mandara “a la mierda” a muchos.
Julio Moreno
IES Bajo Cinca
Comienza Poesía para llevar 2010-2011
2010/2011 N.º0
PRESENTACIÓN
Un curso más vuelve Poesía para llevar, el coleccionable semanal de poesía que se difunde desde la Biblioteca escolar y que, acompañado de otras actividades, quiere fomentar el gusto por la lectura de este género entre todos los miembros de la comunidad educativa de los institutos participantes en el proyecto, que realizan el trabajo de forma compartida.
Este año el número de institutos ha pasado de siete a quince y son:
IES Bajo Cinca, Fraga
IES La Azucarera , Zaragoza
IES José Mor de Fuentes, Monzón
IES El Portillo, Zaragoza
IES Sierra de San Quílez, Binéfar
IES Hermanos Argensola, Barbastro
IES La Llitera , Tamarite
IES Bajo Aragón, Alcañiz
IES Leonardo de Chabacier, Calatayud
IES Pablo Serrano, Andorra
IES Santa Emerenciana, Teruel
IES Félix de Azara, Zaragoza
IES Matarraña, Valderrobres
IES Baltasar Gracián, Graus
IES Pedro de Luna, Zaragoza
Se invita a todas las personas interesadas a hacerse la colección y a participar en las actividades que se organizarán a lo largo del curso, así como a otros institutos a sumarse a la iniciativa.
Podréis seguirla también a través de este blog, donde cada semana colgaremos el número que corresponda.
¡Leamos juntos poesía!
lunes, 18 de octubre de 2010
Adios a Manuel Alexandre
Manuel Alexandre Abarca
1917 – 2010
Secundario de oro del cine español, trabajó en más de 300 películas, en obras de teatro como "Luces de bohemia" o "Atraco a las tres" y series de televisión como "Fortunata y Jacinta" o "Los ladrones van a la oficina".
Manuel Alexandre Abarca (Madrid, 11 de noviembre de 1917-Madrid 12 oct 2010) debutó en 1945 sobre los escenarios y en 1953 en la gran pantalla con "Bienvenido, Mr. Marshall", de Luis García Berlanga, quien lo convirtió en un habitual de su filmografía a través de títulos como "Calabuch", "Los jueves, Milagro", "Plácido", "Tamaño natural", "Todos a la cárcel" y "París-Tombuctú".
Los otros dos nombres fundamentales en su carrera fueron Fernando Fernán Gómez y José Luis Cuerda. Al ver actuar al primero decidió que él también sería actor y juntos trabajaron en "Fuera de juego", "Pesadilla para un rico" o "Lazarillo de Tormes".
Y con Cuerda exploró su gentil veteranía en "El bosque animado", "Amanece que no es poco", "La marrana" o "Así en el cielo como en la tierra".
Otros títulos clásicos de la filmografía española que también contaron con la presencia de Alexandre fueron "Calle mayor", de Juan Antonio Bardem, "Extramuros", de Manuel Picazo, "Madregilda", de Francisco Regueiro, "El año de las luces", de Fernando Trueba, y optó al Goya al mejor actor por "Elsa y Fred" en 2005.
Medalla del Mérito de las Bellas Artes en 2002, Goya de Honor 2003 y merecedor de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio en 2009, su último gran papel fue el de Francisco Franco en la serie "20-N" y se despidió del cine con "Campamento Flipy", de Rafa Parbus.
jueves, 7 de octubre de 2010
Mario Vargas Llosa ganó el Premio Nobel de Literatura
Mario Vargas Llosas
Premio Nobel 2010
Premio Nobel 2010
El escritor peruano Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) expresó esta mañana su profunda alegría por la obtención del Premio Nobel de la Literatura y consideró que se trata de un reconocimiento a la literatura de lengua española.
“Me alegra muchísimo, es un reconocimiento a la literatura de lengua española”, manifestó el laureado escritor nacido en la ciudad peruana de Arequipa.
Indicó que el galardón lo obliga a seguir trabajando en defensa de las libertades y la democracia.
En su obra, de carácter realista, retrata los ambientes sociales y políticos de su país con una técnica narrativa que se caracteriza por la pluralidad de tiempos y lugares, la crítica mezclada con la ironía y el humor.
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