Caligramas ganadores:
1º: Aminata Fofana, 1ºESO
2º: David Revilla
3º: Sofía Rivas y Ángela Maurín
Historias ganadoras:
El diablo escondido
Una noche de tinieblas, Sara salió a comprar pan.
Ella no quería porque era de noche pero su familia le obligó.
De repente una oscura sombra cruzó la calle. Al día siguiente notaba que alguien estaba con ella en la casa. Se giró y no había nada.
Pasó unos días muy tranquilos pero... una noche se despertó a beber agua y se dio cuenta de que faltaba un cuchillo en la cocina. Se volvió y estaba el diablo con él en la mano. Sara salió corriendo al jardín pero el diablo le calvó el cuchillo en la espalda.
Y el diablo le dijo: "Esto te pasa por correr".
Ghislenne Padilla, 1ºESO-PAB
El susto de muerte
Un minuto más paralizada en aquel cuarto oscuro.
El miedo me detenía desde aquel apagón, en una casa extranjera.
Pero no sabía si estaba sola.
Sentía una presencia que me hacía tener escalofríos en la espalda hasta el cuello como si alguien estuviera respirando, intentando susurrar.
Yo, giré el cuello mientras mi corazón cada vez iba más rápido.
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Charo Bernad, 2ºESO A
La venganza
Miedo, terror eso fue lo que sentí aquella noche. Yo montado en mi corcel blanco por la tundra una noche de invierno. Un frío intenso me envolvía el cuerpo. La noche estaba muy oscura, ni la luna había salido para iluminar mi camino. De repente oí un gemido que me estremeció. ¿De donde venía aquel llanto ensordecedor?. Me acerqué al lugar de donde procedía y encontré a un ser inmóvil en el suelo. Su cara estaba ensangrentada, tenía una profunda herida en su cuero cabelludo de la cual emanaba sangre a borbotones. Primero pensé que era un animal, pero no. Me dí cuenta que era un pequeño hombre malherido cubierto con una piel de zorro. Le tendí mi mano y le ayudé a incorporarse. Estaba asustado y ví en sus ojos el terror. Le dije: No tengas miedo de mí, vengo a ayudarte. El pequeño hombre susurró unos sonidos ininteligibles, era una lengua desconocida para mi. Lo monté en mi caballo y cabalgamos tan rápido como el viento, hasta llegar a una cabaña. Traté de abrir la puerta con gran dificultad, debido a la nieve caída y el hielo acumulado durante la noche. Encendí la chimenea y me quité mis gruesos y pesados ropajes. Luengo tendí al pequeño hombre extranjero sobre un estrecho camastro de madera y el hombre al rato se recompuso. Fuera se seguían oyendo extraños ruidos, aterradoras voces y ecos fantasmales que estremecían mi alma. El pequeño hombre trató de explicarme la procedencia de aquel espanto. Se trataba del espíritu de un viajero muy cobarde que hace muchos años murió, de forma misteriosa, probablemente de MIEDO, cuando en una tormentosa noche de invierno atravesó ese mismo lugar en solitario. Y según cuenta la leyenda su alma cabalga por las noches tratando de vengarse de su propio miedo. A la mañana siguiente abandonamos el lugar en un silencio sepulcral y sin mediar palabra. Todavía estábamos aterrados y el miedo se había apoderado de nuestras mentes.
Jorge Otín Val, 4ºESO B
Podrido
Mi mente estaba bien, pero mi cuerpo no era el mío, ajeno a mi voluntad me levanté y comencé a caminar. Ya no sentía nada, solo un hambre voraz recorriendo mi ser. Por instinto, creo yo, encontré un rebaño, al que me uní sin pensar, solo un objetivo tenía en mi mente: alimentar a ese parásito que es mi cuerpo. Caminábamos, nos alimentábamos y seguíamos caminando. He comido hombres, mujeres, ancianos y niños. Cada uno tiene su particular textura y sabor. Sus tripas y órganos son para mi un manjar, el olor a podrido es el perfume que ilumina mi no-vida y el crujir de sus carnes y sus gritos desesperados son música en mis oídos cada vez más podridos.
El cuerpo siento que se me va descomponiendo, algún día, si antes no me aniquila algún valiente superviviente, mis carnes serán polvo y mi cuerpo dejará de caminar. ¿Por qué nos pasa esto?
Quizás sea un castigo por nuestros pecados o un purgatorio para elegir a aquellos dignos de estar a la diestra del que llaman Dios. ¿Qué más da?. Ahora yo soy esto, un eslabón más en la cadena de la muerte, formo parte de la ola putrefacta que cubrirá la Tierra, porque no te engañes, nosotros dominaremos la Tierra antes o después, lo único que podéis hacer es aguantar hasta lo inevitable o aceptar la realidad y uniros a nosotros. Podéis hacer lo que queráis pero sabed que nosotros no nos cansamos, no sentimos dolor, no tenemos remordimientos.
Somos el rebaño sin pastor, que busca nuevos pastos para saciar a su señor, el hambre. Somos muerte, somos dolor, somos.....CAMINANTES.
Daniel Hernández Hernández, 1ºBT C