ODA A VENECIA ANTE EL MAR DE LOS TEATROS
Pere Gimferrer (Barcelona, 1945)
Las copas falsas, el veneno y la calavera
de los teatros. (García Lorca)
Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos].
Con qué trajín se alza una cortina roja
o en esta embocadura de escenario vacío
suena un rumor de estatuas, hojas de lirio, alfanjes],
palomas que descienden y suavemente pósanse].
Componer con chalinas un ajedrez verdoso.
El moho en mi mejilla recuerda el tiempo ido
y una gota de plomo hierve en mi corazón.
Llevé la mano al pecho, y el reloj corrobora
la razón de las nubes y su velamen yerto.
Asciende una marea, rosas equilibristas
sobre el arco voltaico de la noche en Venecia
aquel año de mi adolescencia perdida,
mármol en la Dogana como observaba Pound
y la masa de un féretro en los densos canales.
Id más allá, muy lejos aún, hondo en la noche,
sobre el tapiz del Dux, sombras entretejidas,
príncipes o nereidas que el tiempo destruyó.
Qué pureza un desnudo o adolescente muerto
en las inmensas salas del recuerdo en penumbra].
¿Estuve aquí? ¿Habré de creer que éste he sido
y éste fue el sufrimiento que punzaba mi piel?
Qué frágil era entonces, y por qué. ¿Es más verdad],
copos que os diferís en el parque nevado,
el que hoy acoge así vuestro amor en el rostro
o aquel que allá en Venecia de belleza murió?
Las piedras vivas hablan de un recuerdo presente].
Como la vena insiste sus conductos de sangre,
va, viene y se remonta nuevamente al planeta
y así la vida expande en batán silencioso,
el pasado se afirma en mí a esta hora incierta.
Tanto he escrito, y entonces tanto escribí. No sé]
si valía la pena o la vale. Tú, por quien
es más cierta mi vida, y vosotros, que oís
en mi verso otra esfera, sabréis su signo o arte.
Dilo, pues, o decidlo, y dulcemente acaso
mintáis a mi tristeza. Noche, noche en Venecia
va para cinco años, ¿cómo tan lejos? Soy
el que fui entonces, sé tensarme y ser herido
por la pura belleza como entonces, violín
que parte en dos el aire de una noche de estío
cuando el mundo no puede soportar su ansiedad]
de ser bello. Lloraba yo, acodado al balcón
como en un mal poema romántico, y el aire
promovía disturbios de humo azul y alcanfor.
Bogaba en las alcobas, bajo el granito húmedo,
un arcángel o sauce o cisne o corcel de llama
que las potencias últimas enviaban a mi sueño.
Lloré, lloré, lloré].
¿Y cómo pudo ser tan hermoso y tan triste?
Agua y frío rubí, transparencia diabólica
grababan en mi carne un tatuaje de luz.
Helada noche, ardiente noche, noche mía
como si hoy la viviera! Es doloroso y dulce
haber dejado atrás la Venecia en que todos
para nuestro castigo fuimos adolescentes
y perseguirnos hoy por las salas vacías
en ronda de jinetes que disuelve un espejo
negando, con su doble, la realidad de este poema].
(Arde el mar, 1966)
Poesía propuesta por el IES el Portillo
PERE GIMFERRER
Poeta, traductor y crítico literario español. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona. A la edad de dieciocho años publicó su primer libro El mensaje del tetrarca. Su maestría precoz fue reconocida en 1966 con el Premio Nacional de Poesía por su libro Arde el mar. Es uno de los poetas más importantes de su generación, tanto en castellano como en catalán.
Desde 1970 utiliza exclusivamente el catalán para la poesía, si bien él mismo ha traducido sus poemas al castellano para ediciones bilingües. Desde 1985 ocupa la vacante dejada por Vicente Aleixandre en la Real Academia Española.
ODA A VENECIA ANTE EL MAR DE LOS TEATROS
El poema que os presentamos pertenece a la corriente llamada “veneciana”, dentro de la poesía de los Novísimos. Se trata de unos poetas de los años 60 y 70 del siglo XX, que renovaron la poesía española en un afán de búsqueda de la belleza. Decidieron primar la estética sobre la temática social que había estado de moda en los años precedentes.
IES El Portillo