En el año 2008, Ballesteros realizó una verdadera hazaña al ir en bicicleta desde Zaragoza hasta Pekín. Siguiendo la Ruta de la Seda y los pasos del mítico Marco Polo, logró unir los dos grandes acontecimientos que se celebraban aquel año: la Exposición Universal de Zaragoza y los Juegos Olímpicos de la capital china. El fruto de esta experiencia, es este libro “12.822 km . De Zaragoza a Pekín”, cuyo titulo refleja la distancia recorrida por Ballesteros en su viaje por Eurasia.
Estamos ante un magnifico libro de viajes y aventuras. Con más de 500 páginas escritas en un lenguaje ágil, ameno, apasionado..., el lector queda cautivado, sintiéndose como si realmente pedaleara con Diego por el oriente del planeta. El autor es capaz de transmitir con una sinceridad y fuerza poco comunes, las diversas emociones que lo embargan a lo largo de tan épica batalla: el desaliento, la ilusión, el sufrimiento, el desánimo, el agotamiento, la alegría, la fuerza de voluntad, la constancia, el tesón inquebrantable..., todo lo que, al final, le permitió alcanzar su meta.
El libro está escrito a manera de cuaderno de bitácora, a modo de diario, dividido en breves capítulos que coinciden con las 99 etapas del viaje y sus escasos días de descanso. Diego nos va contando lo que ocurre en cada jornada, sus estados físico y anímico, sus caídas, sus numerosos problemas intestinales, que lo dejan agotado, extenuado; nos muestra los lugares (siempre económicos), en los que duerme y come, las numerosas y variadas inclemencias del tiempo que ha de sortear (los calores fuertes, el maldito viento...)..., y sobre todo, las grandes trabas burocráticas que tuvo que sortear en algunos países. Pero sobre todo, a través de Diego, conocemos a muchas personas de muchos países, reconociendo que las hay buenas y malas -las menos- en cualquier lugar del planeta, sin que importe su origen, su color, su condición económica...
Diego Ballesteros, además de sus peripecias personales, nos añade algunas magníficas pinceladas de la historia y de la cultura de los catorce países que sucesivamente va atravesando. En sus opiniones sobre las gentes, Ballesteros trata de huir siempre de los prejuicios, de las generalizaciones simplistas, y muestra a las personas según sus actos, tratando de comprender las causas y circunstancias que ayudan a explicarlos. ¿ Podía alguien esperar que fuera Irán el más hospitalario de todos los lugares que el ciclista recorrió? ¿Y qué la persona más antipática que halló en ese gran país fuera precisamente una funcionaria de la embajada española?
En 12.822 Km , no realizamos con su autor sólo un magnífico viaje, repleto de intensas vivencias: conocemos también una manera de contarlas, a través de los ojos de un gran aventurero y deportista, una persona, modesta, llena de fuerza interior, a la que todavía le queda mucho por ofrecernos.
DIEGO BALLESTEROS CUCURULL
Diego Ballesteros Cucurull es de Barbastro (Huesca). Allí nació el 14 de marzo de 1974. Se licenció en Derecho y Ciencias del Trabajo. No obstante, se dedica a la docencia, ejerciendo como profesor en el Instituto “Martínez Vargas” de su propia ciudad.
Si algo caracteriza a Diego Ballesteros, es su amor por todo tipo de deportes, especialmente por el que se desarrolla sobre una bicicleta. Esto le ha llevado a querer compartir con los lectores las aventuras vividas en el viaje que cambió su vida, un trayecto en bici desde Zaragoza hasta Pekín, siguiendo la Ruta de la Seda.
No obstante, en la vida de Diego hubo otro viaje que le supuso tener que enfrentarse a un reto todavía mayor: en 2010, mientras participaba en la R.A .A.M. (Race Across America), sufrió un gravísimo accidente en el estado de Kansas. Cuando terminaba su relevo, comentó al coche de apoyo que se adelantara para proceder al cambio de corredor y en ese breve transcurso de tiempo, un coche, conducido por un joven conductor, se despistó y lo arrolló. Sufrió fracturas en ambas piernas, abrasiones y cortes, y lo peor de todo, dos vértebras rotas y dos aplastadas más una trombosis sanguínea. No podía mover las piernas y fue operado de urgencia. Al final se constató que sufría una lesión medular, la cual le obliga, en la actualidad, a vivir en una silla de ruedas y a luchar continuamente por su recuperación.
El neurocirujano que lo operó le dijo: “Estas vivo por tu condición física, una persona normal estaría muerta”. El deporte, como siempre, permitirá a Diego vencer las nuevas adversidades que el difícil viaje de la vida le ha puesto en el camino.
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